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El plan de negocio se ha completado y la empresa y la organización están preparadas para entrar en una alianza, ahora se trata de encontrar un socio adecuado. Al igual que con cualquier otro elemento de los descritos hasta ahora y conducentes a una alianza fructífera, la empresa y la institución cultural se moverán a lo largo de sendas paralelas.

Cada socio ha definido claramente quiénes son, qué hacen, cómo lo hacen y qué es lo que quieren obtener a partir de una alianza empresa-Cultura, y su implicación es total.

La opinión del socio empresarial

Para algunas empresas, la sorpresa empezará con lo que contiene la oferta. El menú es amplio puesto que la Cultura y las Artes cubren la música, la literatura, las artes escénicas, el patrimonio cultural histórico, el cine, los multimedia, las artes visuales, la artesanía, la cultura popular, las bibliotecas, el fomento de la lectura, los museos, los festivales, el diseño y la arquitectura.

Una fuente inicial de información es la que suministra la Secretaría de Estado de Cultura, las consejerías autonómicas y los ayuntamientos, referente a las organizaciones sectoriales de cada uno de los sectores culturales citados.

Muchas instituciones culturales se dan a conocer a las empresas enviándoles peticiones de apoyo por propia iniciativa. Ciertas webs empresariales constituyen un filtro útil para animar o desanimar esta acción, al detallar las exigencias de sus alianzas y los criterios que hay que cumplir para alcanzar los objetivos de la empresa. Se suele exigir que las propuestas por escrito cubran los siguientes detalles con respecto a la institución cultural:

Cuestiones sobre la institución cultural

Las reuniones cara a cara para enjuiciar los valores, experiencia y sentido comercial de los gestores serán indicadores de la capacidad de la institución cultural para iniciar y culminar ideas que añadan valor a la alianza, y para trabajar estrechamente con la empresa para alcanzar beneficios comerciales. Las afirmaciones en cuanto a finanzas y gestión se comprobarán debidamente.

Quizás las empresas puedan creer que no les resulta posible valorar tan fácilmente el output cultural de sus socios. Las instituciones culturales pueden aportar estadísticas respecto al público asistente, estudios formales de satisfacción, feedback informal, críticas y artículos en los medios, reconocimiento por parte de instituciones similares y reconocimientos formales de su éxito y calidad por parte de las organizaciones sectoriales y organismos públicos.

Las empresas pueden realizar comprobaciones por sí mismas, haciendo que personal suyo adecuado para tal tarea “pruebe” el producto, asistiendo a representaciones o actos culturales. Los ejecutivos que tratan diariamente con los clientes tendrán el “feeling” adecuado con respecto a si el producto gozará de aceptación. Los ejecutivos a cargo de las relaciones públicas sabrán lo que gustará. Quizás empleados, ejecutivos o miembros de los órganos directivos sean entusiastas entendidos acerca de una forma artística en concreto.

Mientras que un gestor prudente quiere asegurarse de que todos los aspectos se hallan convenientemente ligados para alcanzar los resultados correctos, los ámbitos de la Cultura permiten la sorpresa, así como ensanchar la imaginación. Si todos los criterios del plan de acción se cumplen y las comprobaciones han tenido lugar, existe la oportunidad de ser atrevidos.

Una alianza cultural puede permitir a la empresa ampliar sus límites y superar sus limitaciones tal como son percibidas, creando oportunidades para un reposicionamiento de la empresa o sus productos.