Beatus ille y Buresinnova SA. Paraíso Perdido, una exposición sobre el Jardín en el arte contemporáneo más joven

La colaboración de una asociación para el uso y difusión del arte del jardín con una empresa de jardinería en proceso de innovación de sus productos confluye en una exposición que aporta interesantes beneficios productivos y comerciales para ambas entidades.

beatus illeFoto: El jardín en el Arte contemporáneo

Beatus ille, asociación para el uso y difusión del arte del jardín, (www.beatus-ille.org) es una asociación sin ánimo de lucro cuyo fin es la difusión en sus más amplios aspectos del conocimiento y valoración del jardín como manifestación artístico-cultural.

En el marco de la convocatoria anual para proyectos de comisariado, organizada por el centro cívico Can Felipa de Barcelona, este proyecto resultó ganador en el año 2009. Las bases establecían la realización de un exposición según lo presentado, con una ayuda pública de 4.000€ en concepto de costes de producción, honorarios de artistas etc.

“Paraíso Perdido. Alg(unas) miradas alrededor del jardín” (abril-junio 2010) es una muestra colectiva que presenta una serie de miradas sobre la idea del jardín a través de las obras de los artistas participantes. Diferentes maneras de abordar el tema, diferentes lenguajes, diferentes contextos, diferentes resultados que, en definitiva, no quiere más que ofrecer una visión parcial sobre la amplísima producción artística que sobre el jardín se ha ido generando en los últimos años. (http://canfelipaartsvisuals.wordpress.com/2010/04/14/paradis- perdut-algunes-mirades-al-voltant-del-jardi/ y (www.be atus-ille.org/proyectos)-

La exposición se completó con un conjunto de actividades paralelas: Pic-nic/concierto/ inauguración en el parque del Centro (Barcelona), con la actuación de Instituto Fátima, un ciclo de cine y jardín, un centro de documentación en la biblioteca Manuel Arranz (Barcelona) y tres talleres de arte para familias, alrededor del tema de la exposición. Todas las actividades eran gratuitas y de libre participación.

Una vez se conoció había sido la ganadora, comenzó el proceso de hacer realidad un proyecto cargado de ilusiones. Desde que se había concebido y presentado hasta la fecha de su resolución, el proyecto había ido creciendo y por eso, se tuvo que hacer frente a la cuestión de la búsqueda de financiación extra. Se intentaron varias otras subvenciones públicas que no tuvieron éxito. Mientras tanto se fue aproximando a diferentes instituciones públicas y privadas que pudieran aumentar el ya inicialmente magro presupuesto.

Siendo los autores conscientes de que un proyecto relativamente modesto, con una visibilidad relativa era un gran handicap para atraer el patrocinio, se intentó buscar “sinergias” que fueran evidentes y permitieran a ambas partes un beneficio mutuo.

De este modo se implicaron en el proyecto y colaboraron con aportación económica la Oficina del Quebec en Barcelona y el Consulado de México, al contar con nacionales de ambos países en la exposición.

En el proceso también existieron contactos con numerosas entidades privadas que por varias razones fueron rechazando implicarse en el proyecto. En este estado se comenzó a proponer acciones de patrocinio en especies, que se entendía eran más atractivas. De este modo el Instituto Francés colaboró cediendo su auditorio para el pase de una de las películas del ciclo de cine y jardín, y se hizo cargo de los derechos de pase de la misma. La Biblioteca Manuel Arranz de Barcelona prestó también su espacio y la selección de libros y películas sobre jardines del catálogo general de las Bibliotecas de Barcelona. Bidones Égara cedieron gratuitamente cinco bidones que formaban parte de una de las piezas de la exposición. La asociación de viveristas del Maresme aportó las plantas y árboles que se necesitaban para algunas de las piezas.

EPSON colaboró con la impresión gratuita de los plotters que se presentaron, Gráficas Masanas participó con la reducción del precio de impresión de los folletos y flyers y Moritz con las cervezas de la inauguración.

La colaboración en especies más importantes supuso la inclusión dentro de la exposición del jardín eco-matemático de Silvia Burés y Miguel Urrestaraz, del que se hizo cargo enteramente la empresa Burés Innova. Por la importancia y magnitud de este proyecto se incluyen los comentarios de la propia empresa.

El planteamiento que se realizaba era sencillo por lo que es probable que su éxito radicara en esta claridad en el proyecto, en lo que se pedía y en lo que se ofrecía a cambio. Los beneficios para ambas partes eran también claros: los autores/comisarios conseguían patrocinio en especies y las empresas, con un coste mínimo, una publicidad, una buena imagen de marca de cara al público en general, pero también de cara a los responsables de diferentes niveles de la Administración pública.

La siguiente lista incluye los beneficios conseguidos por los patrocinados:
1. Mejora de su reputación, como una organización cultural capaz desde el punto de vista de las empresas.
2. Mostrarse capaz de facilitar oportunidades profesionales y de visibilidad de marca.
3. Mejora de su reputación frente al gobierno, los apoyos privados y la comunidad en su conjunto.
4. Posibilidad de mostrar a la comunidad empresarial los beneficios de una alianza con las instituciones culturales, consiguiendo nuevos patrocinios o alianzas.
5. Conseguir fama como creadora de actividades innovadoras que atraen la atención.
6. Cobertura positiva en los medios.
7. Publicitación de otras actividades en los medios de la empresa.
8. Atracción de nuevos y diversos públicos.
9. Estrechar relaciones entre la institución y la comunidad en que opera.
10. Entrar en contacto con nuevos potenciales patrocinadores o socios y con políticos, utilizando los contactos de la empresa y las oportunidades de las visitas o representaciones privadas.
11. Ampliar la comprensión de las Artes por la sociedad.
12. Suministrar un modelo para otras instituciones culturales.
13. Conseguir que los prescriptores comprendan la importancia de las alianzas entre empresas e instituciones culturales.
14. Creación de programas educativos.
15. Fortalecer el desarrollo local y el crecimiento del público.
16. Mejorar el reconocimiento e independencia económica de los artistas.
17. Facilitar nuevas actividades innovadoras y accesibles.
18. Obtención de aportaciones en especie y en forma de consultoría.

La opinión de la empresa, Buresinnova SA

Cuando Ignacio Somovilla llamó por teléfono a la empresa para presentar su proyecto Paraíso Perdido, que iba a tener lugar en el Centro Cívico Can Felipa de Barcelona, me pareció un proyecto muy interesante y quedamos en vernos para hablar de ello. Ignacio vino a la empresa con un bello proyecto, en busca de mecenazgo. Yo, como empresaria, en aquellos momentos me encontraba en plena crisis económica, que había afectado profundamente al sector de la jardinería antes que a otros sectores (había coincidido con un año de sequía extrema y se había obligado a no regar los jardines en Cataluña a través del “Decreto de la Sequía” lo que sumió al sector en una profunda recesión). No disponía de recursos económicos para financiar un proyecto como el que me presentaba Ignacio, pero sí que tenía muchas ideas innovadoras para reflotar la empresa, reorientándola hacia una jardinería más creativa. Estábamos desarrollando junto con el profesor Miguel Urrestarazu de la Universidad de Almería un sistema de jardín vertical hidropónico, aplicando sus conocimientos sobre cultivo hidropónico a la jardinería. En aquellos momentos teníamos el producto terminado y queríamos presentarlo públicamente pero no disponíamos de recursos para ello.

El jardín vertical o muro vegetal consiste en un módulo básico de 60 cm de ancho por 40 cm de alto y 8 cm de fondo que se puede ir combinando de forma que se puede formar un panel de distintos tamaños. En cada uno de estos módulos existen veinticuatro agujeros donde se plantan las plantas horizontalmente. Los módulos se cuelgan de una estructura de acero inoxidable y se riegan mediante riego por goteo.

Se nos ocurrió que colaborar en Paraíso Perdido podía ser beneficioso para ambas partes: para Buresinnova nos presentaba una plataforma para presentar el producto a nuestros clientes y para la exposición representaba llenar un espacio, captar nuevos visitantes y ampliar la oferta expositiva de forma gratuita.

Una exposición de artistas creativos que presentaban sus trabajos relacionados con la jardinería no admitía un producto meramente técnico o comercial. Por ello, desarrollamos un nuevo tipo de jardín que tenía un sentido más allá que el puramente biológico.

Nos basamos en los modelos matemáticos que ha desarrollado el profesor de la Universidad de Alcalá de Henares, Miguel Ángel de Zavala. Dicho profesor estudia los bosques de la Península Ibérica y en concreto la distribución en los mismos de las distintas especies vegetales. Esta distribución la traslada a una cuadrícula que le permite estudiar la frecuencia de aparición de las plantas. Nosotros pensamos que si cogíamos esta cuadrícula (red de píxeles) y plantábamos vegetales en cada uno de los píxeles estábamos reproduciendo la distribución real de las plantas en un bosque. Tomamos cuatro especies de plantas aromáticas distintas y reproducimos el bosque natural peninsular del modelo de Zavala. A este muro vegetal, de 1,80 metros de ancho por 2 metros de altura le denominamos Jardín Ecomatemático. Si mirabas el muro vegetal era como si estuvieses viendo desde un avión un trozo de bosque natural.

Además de permitirnos exponer el Jardín Ecomatemático en Can Felipa, la organización nos permitió utilizar la sala de actos para hacer una ponencia sobre el producto. Asistieron más de 100 personas, entre paisajistas, arquitectos, jardineros y otros, y diversas radios, revistas y portales de Internet se hicieron eco de nuestro muro vegetal.
Jardín escultura
Para nosotros fue un éxito rotundo. Fue la presentación en sociedad del producto estrella de nuestra empresa. Me escapo del guión, pero voy a hacer algunos comentarios de mi experiencia. A las grandes empresas, poner su logo al lado de actividades e instituciones culturales de alto nivel puede darles muchas ventajas. Hacer visible su marca en un entorno cultural da muy buena imagen frente a sus clientes, del mismo modo que da buena imagen hacer algo por el medio ambiente o por las personas desfavorecidas. Pero estamos hablando de grandes empresas, que tienen grandes beneficios y que de este modo pueden disimular su interés crematístico.

Pero en este caso estamos hablando de otro nivel de sinergia. Estamos hablando de una pequeña empresa y de artistas jóvenes por los que pocas grandes empresas apostarían. Creo sinceramente que Ignacio ha sido pionero de una nueva manera de financiar las actividades culturales “menores” que no por ello son menos importantes. Establecer sinergias entre las pequeñas empresas y los artistas noveles puede ser muy fructífero en un tiempo de grandes recortes a las actividades culturales y en el que también necesitamos dar visibilidad a los emprendedores que se atreven a crear empresas y por lo tanto, a crear puestos de trabajo.

Este modelo se podría extender a otros tipos de empresas de reducido tamaño. Pongo algunos ejemplos: una panadería que contribuya al catering de una inauguración a cambio de que pueda poner su marca, repartir tarjetas entre los asistentes y salir por la radio; una modista que hace un vestuario para una obra de teatro, a cambio de que el nombre de su sastrería salga en los medios de comunicación; un informático que ha desarrollado una nueva aplicación y que desea probarla puede utilizar como plataforma una actividad cultural a cambio de instalarla para mejorar la propia actividad cultural; un pequeño publicista que quiere darse a conocer puede utilizar una actividad cultural haciendo los carteles informativos de la misma de forma gratuita, etc.

Esta sinergia pequeño artista – pequeño emprendedor creo que puede ser muy positiva en las actuales circunstancias. Yo personalmente doy fe de ello en mi caso particular y nunca dejaré de estar agradecida a Ignacio por la posibilidad que me ofreció de participar en Can Felipa.

Silvia Bures, marzo 2012